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TRES PALABRAS QUE LLEGARON A MI MENTE

TRES PALABRAS QUE LLEGARON A MI MENTE
TRES PALABRAS QUE LLEGARON A MI MENTE

Una noche de diciembre sin poder dormir y sentado en la sala mirando por la ventada hacia la calle que era abrazada por la penumbra, me dio por escribir sobre tres palabras que en ese momento rondaban mi pensamiento. A la vieja usanza, tomé papel y lápiz, y traté de interpretar lo que en ese momento sentí, mientras el ventilador retumbaba en el silencio reinante; y comencé a escribir sobre ellas mediante sendos ejemplos. Esa noche escribí sobre tres palabras que llegaron a mi mente.

Para esta primera palabra necesito que recuerden el momento cuando muchos de nosotros aprendimos a montar en bicicleta. Sin siquiera sospecharlo, teníamos esa extraña certeza de poder lograrlo, pero así mismo fue necesario confiar en nuestro hermano, o tal vez algunos en nuestro padre, madre o algún amigo; quien nos sostenía para que no cayésemos mientras avanzábamos con frases de aliento que nunca faltaron. ¡Así, así! ¡Vas solo o vas sola!, ¡No mires hacia abajo! Con ese tono de satisfacción al compartir nuestra pequeña victoria de avanzar por nuestros propios medios aunque sea solo unos pocos metros.

Así es, la primera palabra es confianza. Se requiere confiar no solo en nuestra capacidad, en nuestras habilidades; sino también es necesario aprender a trabajar y a confiar en los miembros de nuestro equipo. Sin duda alguna no será fácil, pero los cimientos de esa confianza se van forjando día a día, con pequeños hechos, con pequeñas victorias tempranas que van uniendo lazos de amistad que dan la tranquilidad de saber que se cuenta con esa otra persona, que puedes confiar en ella cuando más lo necesites. La confianza fortalece al equipo.

En segundo lugar quiero señalar un hecho histórico relatado en el libro del génesis, y que es muy reconocido, para hacer referencia a la segunda palabra que quiero compartir. Se trata de la torre de babel. Los hombres deseaban construir una ciudad con una torre que llegara hasta el cielo, pero la orden de Dios era exactamente lo contrario; después del diluvio, Dios le ordenó a la humanidad, “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra; así que al no cumplir con su orden, Dios confundió las lenguas de la humanidad para que ya no se pudiesen comunicar entre ellos.

Y aquí yace mi segunda palabra, comunicación, y me refiero a la buena comunicación. Es tan poderosa que la mala comunicación logró dispersar al hombre por toda la tierra y romper los lazos que les unían. En algunos textos se puede leer que la lengua tiene el poder de la vida y muerte; quizás para hacer referencia a la buena y mala comunicación. Su ausencia divide, su presencia edifica, y esto nos lleva a la primera palabra de este escrito, la buena comunicación es generadora de confianza.

Cuando podemos comunicar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, ideas; de forma libre a los demás y somos escuchados con verdaderas ganas de entendernos, los lazos se fortalecen aun cuando no exista unidad de criterio; claro está, esto sin hilar delgado pues no siempre será así. La comunicación es vital para el trabajo en equipo, para el logro de objetivos, para nuestra vida diaria en el hogar, en el trabajo, en todos los roles que desempeñamos. Es un factor que para quienes no desean la paz, se ha convertido en pieza clave para generar discordia a través de las murmuraciones malintencionadas, de los chismes de pasillo, de falsas publicaciones en redes sociales y de los rumores en ocasiones infundados, atacando en una sola acción; la dupla de confianza y buena comunicación.

Para mi tercera y última palabra, menoscabada por la forma como la utilizamos día a día casi sin darle el verdadero sentido de la misma; quiero aludir a la imperfección que viene ligada de siempre con nuestra naturaleza humana. Dicen, y coincido; que errar es de humanos, lo que quiere recordarnos que no somos perfectos; que cometemos errores y que en ocasiones esos errores pueden llegar a dañar a personas cercanas a nuestro corazón; a familiares, amigos, compañeros. Sin embargo, no podemos vivir siempre con nuestros errores a cuesta, ni podemos envenenar nuestros corazones con los errores que otros han tenido con nosotros; por eso mi tercera palabra es perdón.

El perdón es una declaración de amor, pero ello no quiere decir que sea fácil perdonar, así como no lo es confiar, aunque en necesario hacerlo. Escribía Hannah Arendt, que “el perdón logra trascender el tiempo presente y sumergirse en pasado, modificándolo”; hablando desde su punto de vista filosófico. Abstenerse del perdón ante la ofensa recibida, es regar la semilla de la amargura cultivándola en el corazón del ofendido; siendo que es posible perdonar y ser libre. ¿Quién no ha perdonado a un hijo por su mal actuar, a un hermano por su egoísmo, a un amigo por sus errores, incluso a aquellos que nos han hecho daño con toda intención? Repito, no es fácil, pero es necesario.

Tres palabras; Confianza, Comunicación y Perdón, que quiero compartir hoy con todos ustedes en esta época de reflexión. Confianza en ti mismo y en los demás, comunicación asertiva y perdón desde el corazón.

Qué piensas? Compártenos tu opinión sobre cuales serían otras palabras a tener en cuenta.

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Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica
Araujo y Segovia S.A.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2016

Un necesario estilo de vida saludable para toda la familia

 

estilo de vida saludable
Un necesario estilo de vida saludable para toda la familia

Un estilo de vida saludable para toda la familia resulta cada vez mas importante al momento de querer armonizar nuestra salud física, psíquica y emocional.

La tranquilidad familiar es el resultado de un conjunto de factores de vida saludable que va desde los hábitos alimenticios y actividad física, hasta el lugar al que llamamos hogar.

El ejercicio desestresa, permite eliminar toxinas y estimula la producción de componentes químicos que tienen que ver con la satisfacción personal.

Cuando las ganas de realizar actividad física para mantenernos en forma, se unen con la disponibilidad inmediata de espacios adecuados, se crea una gran oportunidad para cultivar hábitos que a largo plazo pueden mejorar no solo nuestra condición física, sino la de todos los miembros de la familia, a más de ser una excelente excusa para pasar tiempo especial con tus seres queridos.

Escoger un buen lugar donde vivir hace parte de la fórmula que puede ayudar a mantener comportamientos saludables en ese estilo de vida tan necesario, por ello; los nuevos proyectos inmobiliarios que se desarrollan en el país van dando especial importancia a la creación de espacios que permitan a los propietarios y/o arrendatarios, disfrutar de amplias zonas verdes y de recreación en donde puedan compartir en familia, toda una serie de actividades al aire libre que ayudan a mantenerse en buen estado de salud y bienestar, como son caminatas, montar bicicleta, trotar y máquinas para ejercitarse entre otras; propendiendo así por un estilo de vida menos sedentario y más saludable. Un buen ejemplo de este tipo de proyectos es Parque de la Castellana, con piscina, gimnasio, sendero peatonal y zonas al aire libre.

Qué piensas? Compártenos tu opinión sobre cuál sería el entorno ideal para que la acitividad física sea una actitud de familia.

Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica

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El paradigma de optimizar el tiempo

optimizar el tiempo

En el mundo de la teoría empresarial pocas veces se generan rupturas de paradigmas que impactan de manera importante la forma de hacer negocios. En las últimas décadas las teorías sobre la optimización de procesos de producción de Deming, la emergencia de la calidad total de Ishikawa y la estructuración de la planeación estratégica iniciada por Drucker, entre otros, han cambiado desde la academia la manera de hacer negocios y manejar las empresas aumentando su productividad y competitividad.

La implementación de estas teorías ha hecho que, solventados estos dilemas empresariales, el cuello de botella para seguir mejorando se concentre cada vez más en la capacidad de los directivos de tomar las decisiones correctas. No se trata acá de las grandes decisiones estratégicas sino de las decisiones que se toman día a día y permiten materializar los objetivos de la empresa.

En este campo la capacidad de los gerentes de tomar decisiones acertadas para cada situación ha estado asociada históricamente con sus capacidades, pero también con la manera en que optimizan el uso de su tiempo. Sin embargo con la emergencia de la era informática y las nuevas alternativas de comunicación, el tiempo laboral hoy no se limita únicamente a las horas de oficina haciendo que la productividad ya no pueda ser definida por el paradigma del uso del tiempo. Los directivos están prácticamente disponibles y “conectados” todo el tiempo, haciendo que se desaparezca cada vez más la frágil línea que separa su trabajo de su tiempo personal, familiar y social.

Muchos gerentes, sin darse cuenta, han caído en el falso supuesto de que el desempeño está ligado a optimizar el tiempo por medio del uso de los aparatos electrónicos, conectados y encendidos permanentemente, trabajando a la más alta velocidad posible en modo multi-tasking accediendo a un potencial ilimitado de información. Con los cambios en el entorno, el cuello de botella en el desempeño de los directivos ya no es su disponibilidad de tiempo sino que se ha vuelto su disponibilidad de energía. Sin darse cuenta y a raíz del agotamiento producido por estar constantemente disponibles, los gerentes están entrando frecuentemente la “zona de supervivencia” el espacio en el que el comportamiento es reactivo e influenciado por la ansiedad y la actitud defensiva.

La respuesta a esta situación está en un cambio cultural en que cada directivo debe realizar que ya no debe optimizar su tiempo disponible sino el uso de su energía personal. Dado que en las labores gerenciales se cumple el Pareto en el que 20% de las decisiones generan 80% del valor, la asignación consciente en concentración y dedicación a estas labores termina determinando en muchas ocasiones la calidad en la toma de decisiones en la empresa.

Dicho de otra manera, la optimización que se dio en varios campos de administración empresarial por medio de la implementación de la planeación estratégica se está haciendo de obligatoria implementación a nivel personal para los directivos. Además de capacitarse para manejar la energía personal como un recurso escaso, el tener constantemente la claridad mental de cuáles son los temas importantes a los que se debe dedicar energía e intensidad en contraposición a cómo evitar el desperdicio de energía en asuntos de menor importancia corresponde a aplicar, a nivel personal, el mismo principio que revolucionó el mundo empresarial por medio de la planeación estratégica.

Qué piensas? Compártenos tu opinión.

Artículo tomado de LR, escrito por  Marc Eichmann –  Mar, 10/06/2015

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¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?
¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

 ¿Qué es más dulce, una manzana o una pera? ¿Es más ácido, un limón o una mandarina? ¿Sabe mejor, una naranja o una toronja? ¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

Tal vez de manera imperceptible, pero casi permanente nos cuestionamos de esta forma, sin que realmente nos importe cual sea la respuesta adecuada, si es que la hay; porque la misma estará fundada tal vez en nuestras propias experiencias de vida, asi que lo que consideramos adecuado para dar solución a estos cuestionamientos, puede ser que lo tenemos pre concebido o lo que hemos acogido luego de tantos años de buscar de manera tan errónea ¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

Esta búsqueda fútil solo deja cabida a más machismo o feminismo, dependiendo de quién o que pregunte, o de cuál sea la respuesta con la que nos casemos.

La realidad puede ser que ambos somos importantes, que nos complementamos, que en ocasiones uno es más fuerte que el otro, que algunos días uno sufra más que el otro o el miedo que representa enfrentar nuevos retos sea más fácil para uno que para otro; que tal vez en ocasiones un corazón llore en la oscuridad de la noche más que el otro, solo para no causarle más dolor o porque no sabe cómo sobrellevar en el dia su duelo.

No hay mayor dolor que se describa, que el de una madre que pierde su hijo; porque la naturaleza lo formó en su vientre, se fusionó con ella y fueron uno solo, porque fue carne de su carne, sangre de su sangre; porque es como perder una parte de su propio cuerpo.

¿Y piensas que lo importante es quien sufre más? Pues sobre eso siquiera mencionaré palabra alguna. Pero para quienes hemos perdido un hijo, no se trata de quien sufre más, de quien llora más; de eso no. Podría tratarse de saber si hicimos todo lo que humanamente podíamos hacer para que estuviese a nuestro lado, de haberlo hecho sentir amado. Podria tratsre de pensar dia a dia porque sucedió de esa forma, de ilusiones rotas, de risas que no podremos escuchar, de amor, de eso se trata; de amor reprimido que se almacenó en nuestros corazones, sin importar si eres X o Y.

Se trata de apoyarse en familia a superar los escollos que la vida coloca en nuestro camino.

Más allá de las respuestas posibles sobre este tema, lo importante realmente es dejar de hacer tan necias preguntas. Enseñar a nuestros hijos que en estas diferencias en donde yace la magia de la vida, de las relaciones. Que buscamos un complemento y que la unión del amor de un hombre y una mujer, es más que el amor que cada uno de ellos pueda llevar en su corazón por separado.

Sea cuál sea la elección, tal vez lo más seguro que no existe un absoluto correcto a muchos de nuestros interrogantes, pero esa necesidad del ser humano de permanecer en la constante búsqueda de quien es mejor, pone a hombres y mujeres en bandos diferentes, ¡craso error! Debemos estar uno al lado del otro.

Necesidades, debilidades y fortalezas distintas, que no solo vienen dadas por el género sino también por infinidad de experiencias personales que nos van moldeando durante toda nuestra vida.

Muy probable es que en ocasiones hemos sido más fuertes o menos persistentes, o más cariñosos o menos comprensivos; pero también podría ser que la regla general es que no permanecemos inmutables durante nuestra vida; y que no se deben comparar manzanas con peras porque ambas tienen un poco de la magia de la creación.

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Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica

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¡Acuerdo de Paz! Primero en nuestro corazón.

¡Acuerdo de Paz! Primero en nuestro corazón.
¡Acuerdo de Paz! Primero en nuestro corazón.

¡Acuerdo de Paz! Primero en nuestro corazón.

En un hermoso lugar de la tierra, ubicado en la región noroccidental de América del Sur; con una superficie aproximada de más de 2 millones de km², entre los cuales casi 1 millón de km² corresponden a extensión marítima; y siendo la única nación de América del Sur que tiene costas sobre el océano Pacífico y acceso al Atlántico a través del mar Caribe, nació para algunos la esperanza, mientras para otros solo se estaba gestando la impunidad.

Luego de más de 5 décadas de conflicto interno armado, los actores del mismo lograron sentarse en una mesa de negociaciones que buscaba dar fin a toda una historia de tragedias que dejaba a mujeres sin esposos, niños sin padres y padres enterrando a sus hijos. Ante estas circunstancias, la llegada de la paz era necesaria y se constituía en uno de los momentos más anhelados por todos en ese bello lugar. Sin embargo, aunque existía un sentir común de la necesidad de paz, para algunos la forma como se estaba dando solo podía reflejar impunidad, entrega de la soberanía y apoyo a la ilegalidad sobre la institucionalidad.

Por otra parte, mientras el proceso continuaba, las esperanzas para muchos estaban centradas en representantes que por fuera de ese bello territorio, trataban de lograr acuerdos en los puntos que habían pactado en una agenda previa; mientras que alrededor de 47 millones de habitantes esperaban impacientes que la firma de un documento, lograra poner fin a una guerra que muchos solo la han vivido a través de los medios de comunicación; porque nunca escucharon como detona un disparo de fusil o no han visto, más que en imágenes de televisión; cuánto daño puede causar un artefacto explosivo. Todo esto es terrible, duele, dicen; pero ese dolor no es comparable con el de muchos otros que han tenido que poner a sus seres queridos o su propia integridad en ese juego sucio.

En ese bello lugar, son amantes de la paz, no quieren la guerra y protestan permanentemente por el respeto a la vida; pero se abstraen de la guerra interior que no les permite actuar en consecuencia con esa paz que tanto anhelan y exigen. Y es que esa guerra interior también causa estragos a esa hermosa sociedad y no permite CONVIVIR en paz.

Problemas que se solucionan con la ley del talión, ojo por ojo…; violencia al interior de los hogares, maltrato de indefensos niños y niñas por sus propios progenitores, intolerancia en los medios de transporte, en las calles de nuestros barrios, feminicidios por doquier. Muerte, rabia, odio que en gran medida no son causados por los gestores de este catastrófico conflicto, sino por los mismos que se rasgan las vestiduras pidiendo una sociedad mas humana.

Y es que la esperanza de paz está puesta por fuera de ese territorio, pero ¿Y qué hay dentro de nuestros corazones? Cuando el conflicto armado termine en los campos y por fin llegue la esperada paz, será necesario entonces iniciar diálogos al interior del corazón de cada uno de nosotros para tratar de lograr la paz al conflicto interno que no permite ceder el puesto a una dama, el cruce a un peatón o a un conductor, saludar a un vecino con el que no compartimos la misma opinión sobre algún tema, a pesar de tener claro que podemos tener ideas diferentes sin ser enemigos.

Es un deber enseñar a nuestros hijos que si deseamos de la paz, una verdadera experiencia de vida, deben buscarla de adentro hacia afuera; tratando a todos con la paz que tanto queremos.

Son estos pequeños detalles los que harán la diferencia para quienes no hemos vivido toda esta tragedia en carne propia, porque una vez llegue la paz al territorio, la única diferencia para muchos será lo que se vea en la televisión, mientras no busquemos espacios para tener diálogos con nuestro corazón y logremos firmar nuestro propio acuerdo de paz interior.

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Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica

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¡Las necesidades satisfechas no motivan!

las necesidades satisfechas no motivan

¡Las necesidades satisfechas no motivan!

No recuerdo a quien escuché decir esto por vez primera, pero me quedó grabado desde entonces, y no imaginan cuanta certeza he podido evidenciar en esas palabras.

Con frecuencia vemos en los diferentes medios de comunicación paisajes hermosos de lugares no solo de nuestro bello país sino del mundo entero; y solemos maravillarnos con los colores que la naturaleza nos entrega, anhelando poder estar en presencia de tanta belleza, sin casi ser conscientes que tan solo a unos pocos pasos, podemos cada día ser testigos de un mural único, majestuoso y casi divino que la hermosa Cartagena de indias nos brinda a propios y visitantes a las 5 de la tarde sobre la Avenida Santander cada vez que el sol se oculta en el horizonte.

Ver una puesta de sol es sentir la presencia de una fuerza divina que sin pedirnos nada a cambio, se empeña en decirnos que la vida es bella, que el final no tiene porque ser menos bello que el camino que hemos recorrido, y que la esperanza no se acaba con el día; por el contrario nos recuerda que con la puesta del sol nace el brillo de las estrellas en el cielo y se nos llena el corazón de la paz que tanto necesitamos en estos días.

Sentir la brisa fresca en una caminata por las calles del centro histórico de la ciudad, es una experiencia que enamora con las tonalidades de las luces e invita a vivir ese realismo mágico del que tanto se ha escrito.

El corazón se agiganta cuando tomas de la mano a ese ser querido en algunas de las muchas plazas que te ofrecen ese aire marino relajante, envolviéndote en un ambiente de infinita felicidad. Y una caminata por la orilla del mar nos brinda un masaje a nuestros pies y hace experimentar una sensación de dicha mientras sientes como se activa la circulación en todo el cuerpo.

Todo esto nos ofrece nuestra bella ciudad, y hay que darnos el tiempo necesario para disfrutarlo.

Pero parece ser que efectivamente esa necesidad está satisfecha y no apreciamos el regalo diario que nos brinda la naturaleza; dando por sentado que allí está y siempre estará, mientras transitamos sórdidamente, ya casi sin maravillarnos, pero anhelando poder estar en lugares lejanos, cuando hay quienes en la distancia sueñan con poder disfrutar esa invitación llena de colores y formas que hacen que un ocaso nunca sea igual a otro, porque se conjugan los colores, el rocío del mar, el olor que se percibe, los sonidos que ambientan y celebran, cada día desde la costa más bella de américa; que el sol se vaya a dormir para dar paso a una noche que también quiere engalanarse rindiendo homenaje a la fantástica Cartagena.

Ese mar imponente recordará la última vez que cada uno de nosotros le visitamos alguna tarde de domingo en compañía de familiares o amigos para pasar un rato agradable retozando en sus arenas bajo el sol como testigo majestuoso; pero con certeza más de uno de nosotros no lo tendrá así presente. Y es que no solo el mar siente nuestra ausencia y desdén, también se percibe cuando se trata de visitar nuestros sitios históricos, cómo el majestuoso Castillo de San Felipe de Barajas, por solo citar un ejemplo; incluido en 1984 por la Unesco dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad; y al cual se le considera una de las siete maravillas de Colombia; muy a pesar que el último domingo de cada mes el acceso a los monumentos y sitios históricos de la ciudad es gratis, cosa que algunos no saben, y a otros poco motiva.

Y es que con pasmosa sorpresa podemos encontrar con más frecuencia que un familiar o amigo foráneo visite y tenga fotos en estos lugares que cualquier Cartagenero o Cartagenera que ha vivido toda su vida en esta hermosa ciudad. ¿Cuántas veces hemos llevado a nuestros hijos a visitarlos?, ¿Cuánto sabemos de su historia? ¿Cuánto hemos investigado sin que sea una tarea de nuestros hijos? Queremos una mejor ciudad, y no la vivimos; la exigimos a nuestros gobernantes y excusamos nuestras responsabilidades.

En las mañanas al oriente, en las tardes al occidente mientras aún no se ha desvanecido el rocío sobre las plantas; el cielo nos regala su obra para llenar nuestros corazones de esperanzas; mas no tomamos el tiempo ni aún para deleitarnos con ese inmenso regalo divino; mientras nos dejamos llevar por el afán con que inicia cada día en nuestras vidas; y peor aún, en ocasiones no le enseñamos a nuestros hijos a que ellos si lo disfruten.

¡Las necesidades satisfechas no motivan! Hasta cuando ya no lo están.

Visita: Notas breves de Cartagena de Indias

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Geobel E. Pallares Oliver
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