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¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?
¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

 ¿Qué es más dulce, una manzana o una pera? ¿Es más ácido, un limón o una mandarina? ¿Sabe mejor, una naranja o una toronja? ¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

Tal vez de manera imperceptible, pero casi permanente nos cuestionamos de esta forma, sin que realmente nos importe cual sea la respuesta adecuada, si es que la hay; porque la misma estará fundada tal vez en nuestras propias experiencias de vida, asi que lo que consideramos adecuado para dar solución a estos cuestionamientos, puede ser que lo tenemos pre concebido o lo que hemos acogido luego de tantos años de buscar de manera tan errónea ¿Quién es mejor, el hombre o la mujer?

Esta búsqueda fútil solo deja cabida a más machismo o feminismo, dependiendo de quién o que pregunte, o de cuál sea la respuesta con la que nos casemos.

La realidad puede ser que ambos somos importantes, que nos complementamos, que en ocasiones uno es más fuerte que el otro, que algunos días uno sufra más que el otro o el miedo que representa enfrentar nuevos retos sea más fácil para uno que para otro; que tal vez en ocasiones un corazón llore en la oscuridad de la noche más que el otro, solo para no causarle más dolor o porque no sabe cómo sobrellevar en el dia su duelo.

No hay mayor dolor que se describa, que el de una madre que pierde su hijo; porque la naturaleza lo formó en su vientre, se fusionó con ella y fueron uno solo, porque fue carne de su carne, sangre de su sangre; porque es como perder una parte de su propio cuerpo.

¿Y piensas que lo importante es quien sufre más? Pues sobre eso siquiera mencionaré palabra alguna. Pero para quienes hemos perdido un hijo, no se trata de quien sufre más, de quien llora más; de eso no. Podría tratarse de saber si hicimos todo lo que humanamente podíamos hacer para que estuviese a nuestro lado, de haberlo hecho sentir amado. Podria tratsre de pensar dia a dia porque sucedió de esa forma, de ilusiones rotas, de risas que no podremos escuchar, de amor, de eso se trata; de amor reprimido que se almacenó en nuestros corazones, sin importar si eres X o Y.

Se trata de apoyarse en familia a superar los escollos que la vida coloca en nuestro camino.

Más allá de las respuestas posibles sobre este tema, lo importante realmente es dejar de hacer tan necias preguntas. Enseñar a nuestros hijos que en estas diferencias en donde yace la magia de la vida, de las relaciones. Que buscamos un complemento y que la unión del amor de un hombre y una mujer, es más que el amor que cada uno de ellos pueda llevar en su corazón por separado.

Sea cuál sea la elección, tal vez lo más seguro que no existe un absoluto correcto a muchos de nuestros interrogantes, pero esa necesidad del ser humano de permanecer en la constante búsqueda de quien es mejor, pone a hombres y mujeres en bandos diferentes, ¡craso error! Debemos estar uno al lado del otro.

Necesidades, debilidades y fortalezas distintas, que no solo vienen dadas por el género sino también por infinidad de experiencias personales que nos van moldeando durante toda nuestra vida.

Muy probable es que en ocasiones hemos sido más fuertes o menos persistentes, o más cariñosos o menos comprensivos; pero también podría ser que la regla general es que no permanecemos inmutables durante nuestra vida; y que no se deben comparar manzanas con peras porque ambas tienen un poco de la magia de la creación.

Qué piensas? Compártenos tu opinión.

Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica

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Enfermos por los Celulares

 

Enfermos por los Celulares
Enfermos por los Celulares

¡Es bueno el cilantro, pero no tanto! Decía mi abuela para señalar que en exceso hasta las cosas más inofensivas pueden llegar a causarnos daños a la salud, tanto física como mental. Será que Enfermos por los Celulares

Y es que el hecho de estar expuestos a campos electromagnéticos de diversa índole no es nada nuevo. Sin embargo, dicha exposición durante los últimos años se ha incrementado notoriamente como resultado de grandes avances tecnológicos, entre otros factores.

De acuerdo con los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud hasta el momento no se ha logrado establecer una relación definitiva entre la exposición a campos electromagnéticos de baja potencia, con daños para la salud, sin embargo algunos países han adoptado medidas preventivas con base en estudios de corto plazo; como lo es el caso de Estados Unidos, en donde la Administración Drogas y Alimentos (FDA) y la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) han establecido los límites máximos de energía de radiofrecuencia que se permite que emitan los dispositivos celulares por ejemplo, la cual se mide mediante la Tasa de Absorción Específica (SAR, por sus siglas en inglés).

La SAR mide la cantidad de energía que absorbe el organismo. Para el caso de Estados Unidos el valor máximo permitido es de 1.6 vatios por kilogramo (1.6 w/kg). Por citar dos ejemplos, el iPhone 6 y el iPhone 6 Plus, tienen una tasa de absorción específica de 1.58 y 1.59, respectivamente; es decir, están casi en el límite máximo permitido.

Ahora bien, todo eso desde el punto de vista de la emisión y exposición a radiofrecuencia, pero de la mano con la utilización del celular vienen las app, abreviatura de la palabra en inglés application; o sea que un app es un programa, una aplicación, que entre otros pueden ser utilizados en tablets o teléfonos tipo Smartphone. Algunas requieren de acceso a Internet para poder lograr su funcionabilidad; como las relacionadas a Facebook, WhatsApp o Twitter. O aquellas que nos brindan el estado del tiempo Online. Así como un sin número que se encuentran gratis en diferentes medios en la WEB. Si bien estas aplicaciones no son por si solas dañinas, el abuso de las mismas puede degenerar en lo que ultimamente se denomina las enfermedades psicológicas generadas por Internet y los dispositivos móviles; entre las cuales podemos citar algunas como:

Nomofobia. Este término es una abraviatura de la expresión inglesa “no-mobile-phone phobia”, hace referencia al miedo irracional de salir de casa sin el teléfono móvil o no poder tener acceso al mismo. Puede ir desde ligera sensación de incomodidad hasta un ataque grave de ansiedad. Algunas personas excusan esta dependencia señalando que es por cuestiones de trabajo.

El síndrome de la llamada imaginaria. ¿Cuantas veces has esperimentado la sensación de creer que tu teléfono celular sonó o vibró sin ser cierto? ¿Cómo te sientes cuando descubres que fué solo una falsa alarma? Según la consultora TechHive el 70% de los usuarios de dispositivos móviles han tenido esta sensación. La explicación ante ella es que el cerebro se acostumbra a estar atento al celular por lo que cualquier impulso de nuestro cuerpo lo asocia a un aviso del dispositivo móvil, especialmente si estamos estresados.

Cibermareo. Esta palabra fue acuñada en los años 90, cuando aparecieron los primeros dispositivos de realidad virtual. Hace referencia al mareo que sienten los usuarios de aparatos de realidad virtual, y que son parecidos a los que algunas personas sufren cuando viajan en un medio de transporte. Solo que permaneciendo inmóviles.

Depresión del Facebook. Algunas personas se deprimen porque tienen muchos contactos en las redes sociales, otros por la falta de ellos. Lo más habitual es entrar en Facebook para alabar a los amigos, subir fotos o escribir sobre acontecimientos agradables. Pero los usuarios que pasan mucho tiempo en las páginas de redes sociales de otras personas suelen sentirse deprimidos por su vida cotidiana.

Dependencia de Internet. Se trata de la necesidad enfermiza de estar todo el tiempo conectado a la Red. Puede llegar a afectar seriamente la vida privada y social de los adictos a Internet.

Dependencia de videojuegos en línea. Esta dependencia está muy extendida. Recientemente, para rehabilitar a los que padecen esta enfermedad, se han creado varios programas consistentes en 12 fases, igual que la terapia de alcohólicos anónimos.

Cibercondria. Otro trastorno muy común. Los que lo sufren se convencen de que padecen alguna o varias enfermedades de cuya existencia se han enterado en Internet. El problema es que uno puede empezar a encontrarse realmente mal a causa del efecto nocebo, lo contrario al efecto placebo.

Efecto Google. Es cuando nuestro cerebro se niega a recordar información como consecuencia de la posibilidad de acceder a ella en cualquier momento. ¿Para qué aprender algo de memoria si los buscadores nos permitirán encontrar cualquier dato cuando lo necesitemos? El problema es que esta enfermedad pueden padecerla no solamente los que no tienen ganas de memorizar, sino que todos los usuarios de Internet son susceptibles de sufrirla.

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Geobel E. Pallares Oliver
Director de Planeación Estratégica

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